miércoles, 20 de noviembre de 2013

El ornitorrinco





Intentando ser un reflejo de las problemáticas que se observan en la comunidad de los más jóvenes, El ornitorrinco presenta la interrelación de sus cuatro figuras femeninas, personajes que no sólo comparten el departamento, sino también sus inquietudes y primeras pulsiones, que Freud denominaría como el principio del placer, pero que finalmente colisionan contra el principio de realidad; es decir, lo socialmente correcto. Otra de las características esenciales de esta obra, es la tentativa que tiene de ser considerada como un objeto de vanguardia: los actores y espectadores ocupan el mismo espacio, se utilizan recursos multimedia, como la proyección de un video a mitad de la obra, y se tocan temas que pudieran resultar escandalosos, como el enamoramiento entre los personajes y el compartir las cuatro a una sola pareja, que es su instructor de baile. Sobre la disposición del espacio escénico, puede decirse que intenta agotar su contenido simbólico. La primera escena se realiza en la primera sección del escenario y la segunda al fondo de este; trazado que da cuenta de la profundidad a la que pretende acceder la obra. El título del texto se menciona durante el desarrollo: es el nombre de un antro en el que se reúnen los personajes y es una de las respuestas a un juego de cartas. En la obra se significa sobre todo por esto último: las protagonistas, luego que se han dedicado a tomar y a confesarse sus secretos dentro de una pequeña alberca, deciden jugar a preguntas y respuestas. Una de aquellas es responder cuál es el nombre del animal que responde a la descripción del ornitorrinco, especie descrita como informe e inútil. Y quizá esta sea la intención de la puesta en escena, presentar una obra que aparentemente no tiene sentido, que no funciona ni como texto literario ni como representación, y que se significa en el simbolismo del animal que le da nombre.

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