En La noche
de Hernán Cortés de Vicente Leñero encontramos un drama histórico enmarcado
dentro de cuatro tiempos y espacios diferentes que también son momentos históricos. El
primeo de ellos es en Sevilla y muestra a Hernán Cortes ya viejo haciendo digresiones
referentes a una historia escrita a través de una focalización propia a la visión
de él mismo y que es escrita por su secretario. Después de este primer
escenario la imaginación de Cortés nos lleva a otros lugares tales como
Coyoacán, Cempoala, y Cuba. En Coyoacan se realiza la historia del tiempo en
que Catalina su esposa ha llegado con él y muere, mientras que por el otro lado
Marina o Malintzin espera un hijo de Cortés. En Cempoala sucede el tiempo en
que Cortes arriba al puerto de Veracruz, de cuando Malintzin le fue entregada
como sirviente, lugar en el que derribe uno de los Ídolos prehispánicos. El
otro lugar es Cuba y ahí acontece su época de juventud, lugar desde el cual
empieza a hacer sus planes de conquista, y en el cual se muestra un Cortés muy
diferente a los otros.
Esta simultaneidad de tiempos vuelve a esta obra
de teatro muy diferente a otras, esta simultaneidad no ya solo de tiempos sino
de escenarios la vuelve muy particular, esta forma de narración permite mostrar
no simplemente una colisión dramática, sino varias, ya que se muestran cuatro
historias distintas en una sola. Esta capacidad de maniobrar la historia no
como lineal sino de forma analéptica y probetica en el escenario permite que
los espectadores tengan no ya sola una visión unilineal de los hechos históricos
sino multilineal, a través de las diversas focalizaciones y puntos de vista que
maneja la obra. También, gracias a este hecho de que los diversos espacios y
tiempos sean representados como uno solo y siendo simultáneos la puesta en
escena de la obra pienso que ha de haber ganado muchos adeptos solo por el hecho
de manejar una gran cantidad de recursos espectaculares.